domingo, 18 de septiembre de 2011

Siempre hay personas que te animan a abrir
puertas aunque tú te pases la vida cerrándolas.
Pero llega un momento en el que ni tú,
ni yo, ni ellos somos capaces de controlar
que puerta se abre y cual se cierra.
Yo soy de las personas que le gusta dar portazos,
que se divierte viendo pasar algunos momento
o viendo pasar los de otros,
que disfruta diciendole adiós al pasado.
Cada vez que hablo con alguien,
que estoy cerca de alguien,
me pregunto como será:
¿le gustará abrirlas o cerrarlas?
Entonces pienso en la posibilidad de
decidir cual sí y cual no,
como un macabro juego en el que disfrutas
eligiendo distintos futuros,
cogiendo algunos y tirando otros.

Que fácil sería todo si se pudiera hacer...

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